La muerte

“Porque el ángel del Señor bajaba de vez en cuando y removía el agua”
Jn 4, 4ª

Alguien muy sabio dijo un día que meditar profundamente sobre la muerte, armarse en contra de ella, disponerse a despreciarla y soportarla, dando esta breve y mísera vida a cambio de la vida eterna, era la felicidad, la verdadera filosofía.

Ja, bfhendehajdas, ¿por qué? Porque es estúpidamente fácil escribir sobre la muerte: citas sobre la muerte, canciones sobre la muerte, poemas para la muerte, chistoretes para la muerte, pero...¿has visto a la muerte en acción? ¿a la muerte haciendo su trabajo? Hoy yo la he visto, y me sorprendí, ya que al verla mi reacción fue de pasivismo, letargo e indiferencia; en lugar de preocuparme, me pregunté lo ambivalente que puede ser esa transición, ese cambio del estado sólido-liquido al gaseoso, ese desprendimiento de cuerpo y alma, grandes enemigas pero a la vez aliadas, y no lloré; pero eso no significa que no me haya sorprendido, fue una sacudida genial, como esa energía que fluye dentro de ti cuando haces algo prohibido, un tabú, una secreta manía, realmente incontrolable. ¿¡Ven a lo que me refiero!?...

Aún sin embargo fue así como comprendí lo transitorio de la vida, todo se marchita, se va, huye despavorido...y eso da paso a algo más grande, enorme...y es que cuando tienes una experiencia de ese tipo es como si Dios te mirara por un segundo y te reprocha: ¡wake up!
¿Qué sintieron al morir?, ¿cuál fue su último olor, su último sabor, su visión última de la vida que se les escurría de las manos? Quede estupefacto, no de tan grotesca experiencia, sino de mi inusitada insensibilidad, ¿o será solo la comprensión de los hechos? Alguien ahuyento mi letargo y me hizo una confesión. Cruzar esa frontera juntos nunca fue tan fácil, es muy tarde ya para llorar. Por cierto, jamás entendí el porque de esa confesión.

By Octavio Lucero Enero 2010