miércoles, diciembre 30, 2009

Capítulo I. Instante Sombrío


El joven seminarista, ingénito, espera en un traspatio; se mueve de un lado a otro, hablándose a sí mismo, rumiando, refunfuñando. Y con él, creciendo y decreciendo, su sombra, el fantasma del ser, que deambula como fiel compañera en la gran travesía, y que solo en la más completa oscuridad puede irse a quien sabe dónde; a descansar quizás de tan espinoso trabajo, tirándose y rodando de un lado a otro en la negra espesura del valle de las sombras de la más oscura noche, o mejor aún, tal vez se vaya de chorcha a un bohemio bar, al lugar más oscuro de la ciudad -ya que la luz merma su libertad-, a platicar de la sombría vida que le toco vivir, y a desear la vida sombría de cualquier otra sombra. Porque cabe destacar que una sombra jamás estará satisfecha con su vida –si es que a eso se le puede llamar vida-, ni con la vida de su amo, siguiendo siempre sus pasos, obedeciendo ordenes a cada instante, pero, ¿que se le va a hacer? Viven su mito de la caverna a la inversa, en donde la esclavitud mora afuera, en la luz; no desean salir de las tinieblas, porque saben que con el más pequeño resquicio donde asome la luz, su opresión tendrá continuidad. Y aún así, tienen una filosofía más evolucionada que la humana.
¿Recuerdas esa sensación de caída, al inicio de tu somnoliento estar, como si cayeras de la cama y casi siempre te despiertas, como si te asustara el donde fueses a caer? La sombra hace acto de presencia; esa sombra, traviesa, inquieta, acalorada, pretendiendo escapar un instante de tu yugo, luchando, intentando la tan anhelada libertad… Y a veces lo logra.

2 comentarios:

RUY dijo...

wow!! mejor mucho mejor

Tabbo dijo...

muy pronto chapter 2

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